ADIOS AL AMIGO
Durante al menos 15 años, Alberto Farina fue para mí un colega respetado, al que apreciaba como tal y con el que coincidíamos en actividades como la de la foto que ilustra este texto. Pasada la tormenta del 2001, la profesión nos volvió a reunir en el INCAA. Corralito mediante, yo había perdido mi condición de propietaria y Alberto, con total confianza y generosidad me alquiló el departamento en el que todavía vivo, a precio razonable y sin otra garantía que el conocimiento mutuo. En ese momento fue que comencé a conocer al hombre bueno que era Alberto Farina por encima de sus valores profesionales. En esta semana, numerosas necrológicas dieron cuenta de sus valores como crítico, docente, investigador, historiador, documentalista y amante del género fantástico y de terror, entre otras cuestiones, por lo cual abundar en ellas sería redundante y por otra parte el propósito de esta despedida es otro.
Sin ninguna prisa periodística y sin ánimo de escandalizar, reconfirmo en esta tarde de sábado nublado –en la que sus amigos le rinden homenaje en la canchita en la que solían jugar al fútbol- que, lo que haga una persona a nivel profesional o laboral no es lo que me conmueve. El conocimiento, como también siempre digo a quien quiera escucharlo, es operativo y está listo para utilizarse cuando es necesario, pero la condición de buena gente es un valor mayor. Y es por eso que en lo posible, sólo trato de compartir la vida con los buenos hombres y mujeres que afortunadamente me acompañan.
Tuve la fortuna –mucho más en estos últimos meses- de acercarme al alma buena de Alberto Farina. Conocí entonces también al niño que escondía detrás del brillante profesional, asustado y sincero en expresar sus temores, como suelen hacerlo los niños. Y le digo ahora hasta pronto, porque estoy segura de que estará viendo los últimos estrenos en un microcine VIP junto a H.A.T, Tato Miller, Carlitos Roffé, Eduardo Mignogna, el Chango Vallejo, el negro Andéchaga, el también negro Sammaritano y todos los amigos del cine que pasaron a otra dimensión. Seguramente, a esta altura, ya le habrán presentado a Bergman, Kubrick, Fellini y a Jules Dassin, Anthony Minghella y Robert Mulligan que hace muy poco tiempo que cruzaron. Casi puedo verlos disfrutando juntos de su pasión eterna.
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Un abrazo.
Jose