FRIO






El café caliente, recién hecho y la calidez de mi sencilla casa iluminada, de a poco me van devolviendo el alma al cuerpo. Vengo del frío y las pequeñas cosas cotidianas me regresan a un presente que,  no será de lo mejor que se ha visto, pero que por suerte, está muy lejos de ese horror del pasado que me acaba de congelar hasta los huesos. Siento un frío que no es del cuerpo, aunque este sea un invierno duro.

Vengo del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, que para mi seguirá siendo la ESMA, aunque aplauda el hecho de haber transformado aquel lugar nefasto en este. Me había demorado en ir a la muestra "Bergman en la Argentina", que curaba un colega, mientras estuvo en un acogedor museo de San Isidro. Entonces, justo este domingo frío de invierno, tuve la feliz idea de ir a verla en su nueva sede.

Hasta hoy nunca había pisado el lugar. No quise. Ni siquiera asistí a homenajes a familiares de amigos cercanos que se realizaron allí. Como tampoco fui a visitar campos de concentración en ninguna de mis siete veces en Berlín. "Se trata de Bergman", pensé y lo tomé como un simple trámite de reciprocidad profesional. "Voy y vengo". Eso creí. No tuve en cuenta esa especie de conexión intuitiva, profunda e inexplicable que mantengo con la energía de los lugares que fueron testigos de mucho dolor, aunque no sepa exactamente que sucedió en ellos. Una de las primeras veces en que la sentí fue en en Tlaquepaque, México, en una tienda de recuerdos para turistas. Al entrar en una de las habitaciones, un escalofrío repentino me obligó a salir rápidamente a la calle sin comprar nada. Otro tanto me sucedió en el que fuera dormitorio de Frida Kahlo en su Casa Azul de Coyoacán. Todos su dolores parecieron materializarse con sólo asomarme a la puerta del cuarto. Lo mismo me aconteció en Misiones, en las ruinas de San Ignacio, cuando quise bajar por la escalera que se escondía detrás de un altar y un pavor inesperado me hizo escapar. La escena se repitió en La Asunción, un poblado de Margarita en Venezuela. Mi interés me hizo trepar a lo que fuera el patio de un fuerte español perdido en medio de la vegetación, hasta que un pavor irracional me llevó a poner pies en polvorosa.

Podría seguir con la lista. Pero hoy no estaba en México, ni en Venezuela, ni en Alemania. Apenas en la Avenida del Libertador, salida de un colectivo 15, cuyo chófer amablemente me había permitido bajar en la puerta. Ni bien la crucé, un Palo Borracho, desnudo, sus ramas apuntando hacia el suelo, pareció susurrarme: "lo vi todo". Mientras caminaba hasta el fondo, los jardines se me aparecieron ominosos, siniestros. Subí rápido los escalones del Centro Cultural , como quien huye del peligro en una pesadilla. Bergman y Bibi Andersson se achicaron, arrinconados en un pasillo. Casi frívolos. Duré poco. El frío me obligó a visitar el baño antes de irme y tuve la sensación de estar en una casa embrujada. Incómoda, recorrí apenas el sector del bar y la librería. Vidriados, estos me parecieron una isla rodeada de aguas peligrosas. Hasta la música alegre de una radio contrastaba con el lugar. Ni me animé a adentrarme en un sector dedicado a Monseñor Angelelli. Quise salir mientras fuera de día. Nunca me hubiera animado a caminar hasta el portón si hubiera oscurecido. 

"El Conti no se achica", se lee en los pasacalles que colocaron los trabajadores. Dicen que les deben pagos a los artistas desde el 2018 y que no hay presupuesto para este año. Le reclaman al Secretario de Derechos Humanos. Parece que el tiempo hubiera retrocedido. Da miedo todo el sitio. Mucho. Hace frío y corre viento. Cruzo la avenida en la esquina. Quiero alejarme de las rejas lo antes posible. Los colectivos tardan porque es domingo y esto no es Berlín. Me subo al primero que llega aunque no me lleve directo. Quiero llegar a casa. Tomar café caliente y encender las luces para que se me pase este frío tremendo. Exorcizarlo. Todavía no se porque me puse una campera corta. 

Julio 2019

















Course In Miracles

Comentarios

Jorge Curinao ha dicho que…
Muy bueno. Gracias por este texto.
MARÍA NÚÑEZ ha dicho que…
Gracias Jorge Curinao. Siempre leyendome.

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