LOS GATOS TIENEN MALA PRENSA (Maybe I was a cat once)


Hoy es una maravillosa tarde de primavera. Como si la ensalzada estación quisiera venir para quedarse. Aprovechando la ocasión, cual "estudiante el día de la primavera"(Vicentico dixit), me hice una rata, una hermosa, soberana, merecida rata como las de antes. No es lo mismo descansar el fin de semana, que un viernes, mientras otros hacen lo que uno suele hacer a diario.
Volviendo de Caballito entonces, a paso de turista por mi barrio, me detuve como suelo hacerlo a mirar a los gatos, esos felices pares mios de pelo largo y cuatro patas, que se despatarran al sol en el Parque Centenario. La mayoría de ellos detrás de la reja del Museo de Ciencias Naturales. Varias señoras del barrio los alimentan. No es mi caso. Yo me alimento de ellos, mirándolos, observandolos, admirándolos y hablándoles cuando nadie me ve, a riesgo de parecer, sino loca, algo fuera de eje.
Lo cierto es que me convertí hace unos años en una "Cat Lover", término que comprenderán perfectamente los que aman a los felinos tanto como yo. Pensar que, debido a su mala prensa -que ,entre otras cosas, los asocia con las brujas desde el medioevo o ha rebautizado con su nombre a las señoras, señoritas y señores que ejercen una profesión antigua-, si bien no los odiaba fui indiferente a ellos durante mucho tiempo. Hasta que Guada, un buen dia apareció en nuestra casa de Arenales con un ser chiquitito, negro, peludo y todo lastimado que resultó ser "Negrita", un felino levantado del cercano Botánico que se quedó a vivir en casa contra todas mis protestas.
Al principio, Negrita tuvo prohibida la entrada a mi dormitorio. "Te ocupás vos", fue el anacrónico alarido con el que intenté marcar el territorio y señalarle a mi hija que la gata era de ella y solo de ella. El bichito, además tenia todos los males del mundo. Estaba lastimado, arañado, raquítico y por lo menos durante un año sufrió de una extraño resfrío, moquillo o lo que fuera, que la hacía estornudar, moquear y de tanto en tanto, convulsionarse como si estuviera poseída.
Al tiempo nos mudamos de Arenales a Ugarte, en Belgrano. Y allí -ya ganada por Negrita- sentí la necesidad de traerle una compañera y/o compañero para que no estuviera sola las horas en las que no estabamos en casa. Así llego Luna. Blanquita como su nombre lo indicaba, siamesa de ojos celestes con menos de los 45 días de reglamento que se requieren para ser separados de sus madres.
Como buena siamesa, Luna fue ruidosa y sobre todo los primeros dias, en que no supimos como atender a un gato bebé, a quien Negrita recibió con instintos totalmente opuestos a los maternales. Los bufidos de la oscura frente a la pobre recién llegada nos hicieron temer un "gaticidio". Pero el tiempo lo cura todo y a poco, las dos dormian enroscadas, blanca y negra como un yin-yang gatuno.
Y poco a poco se hizo realidad el también lugar común que asegura que "los gatos te roban el alma". Asi fue sin duda. Aprendi a querer sus movimientos elegantes, su clara identificación con ellos mismos, esa cualidad de amar a sus dueños sin perder la independencia, sus ronroneos de placer. En fin... tantas cosas que deberiamos imitarles los humanos en nuestras relaciones.
Todo fue alegria y felicidad para nuestras dos felinas en la casa de Ugarte por la que se paseaban orondas, cada una con sus particularidades temperamentales. Negrita se ocultaba en un placard ante la llegada de las visitas, en tanto que Luna, su opuesto, no solo socializaba con todo el mundo, sino que, ni bien abríamos la puerta del departamento corría disparada hacia la terraza en el piso siguiente y allí se quedaba hasta que la ibamos a buscar. Y ni hablar de sus prolongadas visitas a la portería, donde se quedaba a veces en nuestras ausencias, invitada de honor de Alicia, la dueña de casa, que la amaba desembozadamente.
Pero bueno, nada es eterno y llegó Gala a nuestras vidas, Guada se mudo con Agustín y yo llegué al parque Centenario con Negrita y Luna a quienes el cambio de casa, el ruido ambiente tan distinto al de mi habitat anterior parece que no les sentó. Y mucho menos un par de vecinos próximos a los de las peores pesadillas de Polansky en "El inquilino". Resumiendo (Sabina dixit): que Negrita y Luna pasaron a mejor vida con un intervalo de un año entre ellas y les ahorraré los detalles del duelo para no abrumar.
Finalmente, luego de mi último embeleso durante la tarde de hoy, me dieron ganas de escribir esto. De rendirle público desagravio a los tan vapuleados gatos, a los que muchos miran con asco, otros tantos les tienen alergia y la gran mayoria compara con los perros, fieles y sumisos. Cabe aclarar que amo a los perros por igual, y que mi estado ideal seria tener en feliz convivencia a un can y a un felino, pero estos últimos, tienen un no se que, que por ejemplo inspiró en la gran Olga Orozco -maga y poeta- sus "Cantos a Berenice" (1977), dedicados a su gata muerta. Orozco, a quien tuve la suerte de entrevistar alguna vez, afirmaba convencida que tanto Baudelaire como los poetas chinos veian la hora en los ojos de un gato, y les atribuía cualidades mágicas que sus propia condición de iniciada en lo esotérico hacían imposible refutar.
Además de un acto de desagravio esto pretende ser una declaración pública de mi amor por los cuadrúpedos más o menos peludos. En el sumun de mi enamoramiento, unos 4 ó 5 años atrás, lejos de querer compararme con la gran poeta argentina, modestamente, escribí lo que sigue y que hoy me atrevo a publicar, impúdica y comodamente instalada en mi blog:
SOL NEGRO

Como Berenice y su poeta-ama

nos encontramos en esta estación del largo camino.

Sol negro.

Docente de una ternura desconocida.

Antídoto para la vorágine.

Angel doméstico que tomó una forma inesperada.

Tus siestas son a las mias

lo que al agitado mar

la calma del Solano.

¿Habré sido yo misma un gato alguna vez?...... Mis encantos, ahórrense cualquier sarcasmo o ironía!

Comentarios

ClavedeLuna ha dicho que…
Veo que abrevamos en el mismo remanso. ¡Enhorabuena... ya somos dos! No recordaba que tu amor por la especie era cosa más o menos reciente. No importa, igual sos bienvenida al clú. Que seamos más o menos no nos da ni nos quita razón. Y aunque así fuera, no importa... hemos decidido ser felices.
Un abrazo.
Jose

Entradas populares de este blog

TRANSFORMACIONES

LA SOMBRA