EL GUSANO EN EL MEZCAL







La perfecta foto estival de la mujer sobre un fondo paradisíaco, era sobre todo una apariencia. En realidad, detrás de la sonrisa suave asomaba una profunda e insolente tristeza que la había sorprendido justo allí. Le sucedió en el momento menos pensado; de pronto se sintió fuera de lugar, sola en medio de tanta gente con la que hasta hacía minutos conversaba y reía.  Estaba vestida de blanco, tal como lo dictaba el Dress Code para la ocasión, en medio de la esperada y alegre fiesta de casamiento de sus amigos, en la tierra de los Mariachis.

Amador y Luna celebraron una boda cinematográfica en unas caletas agrestes y tropicales a una hora de barco de Puerto Esmeralda. En las caletas ni siquiera había luz eléctrica, por lo cual, al ir cayendo el día, la fiesta se iluminó totalmente con velas. Se cantó, se bailó y se bebieron mucha cerveza, tequila y mezcal hasta la hora de tomar nuevamente el barco de regreso.

Al otro día, se subió a un bus que la llevó a Guadalajara. De allí un avión que la transportó a la Ciudad de México y otro más a Buenos Aires. Al día siguiente, otra vez un barco y un bus a Punta del Este para festejar un cumpleaños en las cabañas que ya dejaron de serlo. Lo que ella no podía saber todavía, es que a poco de su segundo viaje se encontraría con el hombre alto de cabello canoso que desplegó sus armas de seducción en un bar de Caballito frente al Parque Rivadavia. Siempre atenta a "señales", ese sábado por la noche, ella se dejó llevar por un par de ellas y por una química que nubló sus sentidos y su razonamiento, pero que no le anunciaron el derrumbe final.

Unos meses después de la boda y antes de la demolición, Amador y Luna le develaron el secreto del "gusano en el mezcal". La inexplicable presencia del insecto flotante, siempre había sido una incógnita y un tema de conversación recurrente en los almuerzos que Antonia compartía con sus compañeros de trabajo. "En realidad, el gusano no agrega ni quita nada a la calidad de la bebida", le explicó Amador. "Sólo es una decisión de marketing para diferenciar al Mezcal del Tequila, que nunca lleva uno. El Tequila se fabrica sólo con Agave Azul y el Mezcal con una docena posible de clases de Agave. Además el control de calidad que se realiza con el Tequila no se aplica al Mezcal."

Puro artificio entonces había resultado el famoso "gusano en el mezcal" que tanto la intrigaba.  Y otro tanto la seducción del hombre alto de cabello canoso. Y aunque, cuando Antonia posó para la foto no parecía saber nada de lo que sucedería, acaso en otra línea de espacio-tiempo, la voz que todavía no había aprendido a escuchar se lo había advertido. Y por eso la insolente tristeza le desdibujó la sonrisa en el momento menos pensado. Y desde entonces, ya  reconstruida, Antonia extremó los controles de calidad y por supuesto, jamás volvió a probar  Mezcal.
Mayo 2019

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