Déjà vu:?

Hoy, 21 de junio de 2020 comenzó el invierno en nuestro hemisferio. Algunas culturas celebraban y algunas todavía lo hacen, el Solsticio de esta estación. Pero  de acuerdo a los códigos de la vida moderna y del consumo, se festeja el Día del Padre. Estamos en el día 93 de la cuarentena que se impone para eludir al maldito Virus, pero las limitaciones no impidieron los saludos, los encuentros por Zoom, Skype o Video llamada,  ni por supuesto tampoco, los festejos de quienes viven junto a su familia. En esa línea, comencé más o menos temprano a comunicarme por Whatsapp con familiares y amigos. Uno de esos encuentros se produjo con  un grupo de ex compañeros de estudio, con los que alguna vez compartimos las aulas del mítico Instituto Grafotécnico, más conocido como el Grafo. De él salimos incontables promociones de periodistas; algunos continuamos por ese camino y otros tantos por uno diferente. Precisamente, uno de mis antiguos compañeros es un famoso actor de comedia, que ya hace un tiempo incursiona también con éxito en el género dramático. Lo menciono, sólo porque, sin saberlo, se convirtió en el desencadenante de esta historia. Escuchaba atentamente, los mensajes de voz de J., otro ex compañero que vive en Eslovenia, cuando de pronto nuestro amigo actor, a quien llamaré G., preguntó con su gracia natural: “Che, ¿este día  no será Mufa? ¿Se acuerdan que el año pasado fue el apagón?”. Yo no lo recordaba en absoluto; quizás porque la pandemia exige de algún modo acomodarse a un presente continuo, o a un “sin tiempo”, y comparado con  lo que vivimos ahora el “apagón del siglo” parece algo insignificante. Ahí mismo caí en la cuenta que, el año pasado el Día del Padre se festejó el domingo 16 de junio, y que esa misma madrugada amanecimos a oscuras. Un corte de energía dejó sin luz a Argentina, Paraguay y Uruguay durante 13 horas. Y por supuesto, los padres tuvieron que celebrar a medias. El mismo día en que se fue la luz, mientras tomaba mate me puse a escribir un relato. Lo terminé a la mañana siguiente y lo publiqué en mi blog. Se titulaba APAGÓN y si a alguien le interesa leerlo puede hacerlo aquí: https://loquesemencanta.blogspot.com/2019/06/apagon_17.html Ni bien G. mencionó el tema me vino a la memoria el cuento y mientras todavía conversábamos lo leí. Fue en ese momento que me quedé de una pieza, ya que, el final de mi escrito, además de cierta atmósfera inicial, daba cuenta de algún modo del ambiente que rodea a la situación que nos atraviesa, y de sus posibles consecuencias, aún cuando la epidemia era algo totalmente inesperado en ese momento. Inmediatamente vino a mi mente la expresión déjâ vu. Pero  también pensé que tener uno al respecto, hace un año era totalmente imposible desde un punto de vista racional. Busqué la definición: “Sensación de haber pasado con anterioridad por una situación que se está produciendo por primera vez”, me apuntó el diccionario. Mucho cine, muchas novelas de ciencia ficción, podrían haber alimentado mi imaginación por supuesto. Busqué una explicación más científica sobre lo “ya visto”: “Normalmente, cuando nuestra memoria recuerda algo del pasado, el cerebro activa un circuito del lóbulo temporal. Es decir, los Déjà vu aparecen por un "fallo" en el circuito cerebral que hace que tengamos la sensación de experimentar un recuerdo cuando, en realidad, no lo hemos vivido”, me explicó la fuente consultada. O sea que, ¿hace un año atrás alguna interrupción en los circuitos de mi cerebro me llevó a escribir: “No puedo dejar de sentir algo indefinible que me lleva a intuir que la humanidad, tal como la conocemos, durará menos de lo esperado”? ¿O será que, como vengo sospechando, sabemos más de lo que creemos? ¿O a lo mejor el tiempo ese encerrado en el reloj no es más que una ilusión? ¿Habrá venido la epidemia a señalar  que el Espacio-tiempo contiene alguna otra dimensión que aún  no conocemos?  ¿Pura casualidad el remate de mi relato? Sin respuestas por el momento. Nos vemos en Junio de 2021.  Sitio certificado por

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